Este año, el Papa Francisco, ha convocado a la Iglesia a participar en un proceso, que no es nuevo, pero que desconocemos en su mayoría, nos referimos al Sínodo, que dio inicio en Octubre 2021(9 y 10 en el Vaticano) y concluirá en Octubre 2023, con el Sínodo de los Obispos.
Vamos a contestar algunas interrogantes que nos van a orientar un poco para que nos vayamos formando sobre este proceso y así le demos seguimiento, pues nos compete a todos en nuestra Iglesia.
¿Qué es el Sínodo?
Es un organismo consultivo creado por Pablo VI en el marco del Concilio Vaticano II, para pedir a obispos de todo el mundo que participen en el gobierno de la Iglesia, aconsejando al Papa sobre asuntos de interés para la Iglesia universal.
Etimológicamente, la palabra “sínodo” deriva de los términos griegos syn (“juntos”) y hodos (“camino”), y expresa la idea de “caminar juntos”.
¿Para qué sirve el Sínodo?
El Sínodo es una asamblea o un encuentro religioso consultivo, donde los obispos, reunidos con el Papa, intercambian información y experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan aplicación en el conjunto de la Iglesia.
El Sínodo ayuda al Papa con sus consejos para la integridad y mejora de la fe y costumbres, y la conservación y fortalecimiento de la disciplina eclesiástica, y para estudiar las cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo.
No es un organismo particular con una competencia limitada, sino que tiene una amplia competencia para tratar cualquier tema, según el procedimiento establecido por el Papa en su convocatoria.
¿Qué es el Sínodo de 2023?
Al convocar esta reunión del Sínodo, el papa Francisco quiere que toda la Iglesia reflexione sobre la sinodalidad, un tema que él considera que es decisivo para la vida y la misión de la Iglesia.
Cuando se conmemoraron los 50 años de la institución del Sínodo de los Obispos, se celebró un acto en Roma. El papa Francisco pronunció un discurso donde señaló: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra ‘Sínodo’. Caminar juntos –laicos, pastores, Obispo de Roma– es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica”.
Y añadió: “Estoy convencido de que, en una Iglesia sinodal, también el ejercicio del primado petrino podrá recibir mayor luz. El Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia; sino dentro de ella como bautizado entre los bautizados y dentro del Colegio episcopal como obispo entre los obispos, llamado a la vez –como Sucesor del apóstol Pedro– a guiar a la Iglesia de Roma”.
En otras palabras, con el Sínodo, el Papa recibe luces que le servirán de guía para tomar decisiones importantes en el andar de la Iglesia, porque con este proceso se logra escudriñar desde el sentir de los laicos en las Capillas, parroquias, etc. y la consolidación de esa escucha es la que permitirá discernir las directrices pastorales a seguir y así cumplir lo mas posible la voluntad de Dios.
¿Cómo se llevará a cabo?
El camino sinodal se articulará en tres fases:
Fase diocesana: octubre 2021-abril 2022.
Fase continental: septiembre 2022-marzo 2023.
Fase de la Iglesia universal: octubre 2023.
La fase diocesana y la fase continental darán lugar, por primera vez en la historia de los Sínodos, a dos Instrumentum laboris distintos, con los que se trabajará después en Asamblea sinodal.
¿Por qué hay dos Instrumentum laboris del Sínodo de 2023?
En el Sínodo de 2023 hay dos Instrumentum laboris que resultan de consultar a las Iglesias locales (fase diocesana) y a las Iglesias a nivel continentes o regiones (fase continental).
Los dos Instrumentum laboris los elabora la Secretaría General Permanente del Sínodo: el primero estará publicado en septiembre de 2022 y el segundo se publicará en junio de 2023, y los dos textos se enviarán a los padres sinodales antes de la Asamblea de octubre de 2023.
Ambos textos servirán para iniciar las discusiones de los miembros participantes y focalizar sus trabajos.
¿Qué documentos se han publicado hasta ahora?
El 7 de septiembre de 2021, la Secretaría General del Sínodo publicó el Documento Preparatorio acompañado por un Vademécum (un manual “para la escucha y el discernimiento) y un cuestionario. El objetivo de esta documentación es proporcionar una metodología y facilitar la consulta y la participación de todos los creyentes en el ámbito de la Iglesia local.
El Documento Preparatorio se ha enviado a todas las diócesis, Conferencias Episcopales, dicasterios de la Curia romana, Unión de Superiores Generales, Unión de Superioras Mayores, otras uniones y federaciones de Vida Consagrada, movimientos internacionales de laicos, Universidades y Facultades de Teología.
El texto arranca con una premisa esencial: “La Iglesia de Dios es convocada en Sínodo”. Toda la Iglesia, no solo los obispos.
La pregunta principal que plantea el texto es: “En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos ‘caminan juntos’: ¿cómo se realiza hoy este caminar juntos en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro ‘caminar juntos’?”.
El documento se articula en torno a cuatro puntos: La llamada a caminar juntos; Una Iglesia constitutivamente sinodal; En la escucha de las Escrituras; y La sinodalidad en acción: pistas para la consulta al Pueblo de Dios).
PALABRAS CLAVE PARA EL PROCESO SINODAL
El tema del Sínodo es “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
Estas tres dimensiones están profundamente interrelacionadas. Son los pilares vitales de una Iglesia sinodal. No hay un orden jerárquico entre ellas. Más bien, cada una enriquece y orienta a las otras dos. Existe una relación dinámica que debe articularse teniendo en cuenta los tres términos.
Comunión: En su benévola voluntad, Dios reúne nuestros pueblos distintos, pero con una misma fe, mediante la alianza que ofrece a su pueblo. La comunión que compartimos encuentra sus raíces más profundas en el amor y en la unidad de la Trinidad. Es Cristo quien nos reconcilia con el Padre y nos une entre nosotros en el Espíritu Santo.
Participación: Una llamada a la participación de todos los que pertenecen al Pueblo de Dios -laicos, consagrados y ordenados- para que se comprometan en el ejercicio de la escucha profunda y respetuosa de los demás. Se basa en que todos los fieles están cualificados y llamados a servirse recíprocamente a través de los dones que cada uno ha recibido del Espíritu Santo. En una Iglesia sinodal, toda la comunidad, en la libre y rica diversidad de sus miembros, está llamada a rezar, escuchar, analizar, dialogar, discernir y aconsejar para tomar decisiones pastorales que correspondan lo más posible a la voluntad de Dios (ICT, Syn., 67-68). Hay que hacer esfuerzos genuinos para asegurar la inclusión de los que están en los márgenes o se sienten excluidos.
Misión: La Iglesia existe para evangelizar. Nuestra misión es testimoniar el amor de Dios en medio de toda la familia humana. Este Proceso Sinodal tiene una profunda dimensión misionera. Su objetivo es permitir a la Iglesia que pueda testimoniar mejor el Evangelio, especialmente con aquellos que viven en las periferias espirituales, sociales, económicas, políticas, geográficas y existenciales de nuestro mundo. De este modo, la sinodalidad es un camino a través del cual la Iglesia puede cumplir con más fruto su misión de evangelización en el mundo, como levadura al servicio de la llegada del Reino de Dios.
¿Cómo será la fase diocesana del Sínodo de 2023?
La primera fase del Sínodo de 2023, ya la estamos experimentando, es la fase diocesana y tiene lugar entre octubre de 2021 y abril de 2022, donde las Iglesias particulares y otras realidades eclesiales reflexionarán sobre el Documento Preparatorio, enviado por Roma para consultar la opinión del total de los creyentes.
Cada obispo habrá nombrado, antes de octubre de 2021, un responsable o equipo diocesano para realizar la consulta sinodal, a través de órganos de participación que garanticen una consulta real y eficaz. Esta consulta terminará con una reunión presinodal, que será el momento culminante del discernimiento diocesano.
Al terminar la fase diocesana, cada diócesis enviará sus conclusiones a su Conferencia Episcopal.
Actitudes para participar en el proceso sinodal
Las siguientes son actitudes particulares que permiten una escucha y un diálogo auténticos mientras participamos en el Proceso Sinodal.
• Tiempo para compartir: Estamos invitados a hablar con auténtica valentía y honestidad (parrhesia) para integrar la libertad, la verdad y la caridad. Todos pueden crecer en comprensión, a través del diálogo.
• La humildad en la escucha debe corresponder a la valentía en el hablar: Todos tienen derecho a ser escuchados, así como todos tienen derecho a hablar. El diálogo sinodal depende de la valentía tanto al hablar como al escuchar. No se trata de entablar un debate para convencer a los demás. Se trata más bien de acoger lo que dicen los demás como un medio a través del cual el Espíritu Santo puede hablar para el bien de todos (1Co 12,7).
• El diálogo nos lleva a la novedad: Debemos estar dispuestos a cambiar nuestras opiniones a partir de lo que hemos escuchado de los demás.
• Apertura a la conversión y al cambio: A menudo nos resistimos a cuanto el Espíritu Santo nos está inspirando para emprender. Estamos llamados a abandonar actitudes de autocomplacencia y comodidad que nos llevan a tomar decisiones basándonos únicamente en cómo se han hecho las cosas en el pasado.
• Los sínodos son un ejercicio eclesial de discernimiento: El discernimiento se basa en la convicción de que Dios actúa en el mundo y que estamos llamados a escuchar lo que el Espíritu nos sugiere.
• Somos signos de una Iglesia que escucha y que está en camino: Nos ofrece la oportunidad de abrirnos a la escucha auténtica, sin recurrir a respuestas prefabricadas ni a juicios preestablecidos.
• Deja atrás los prejuicios y los estereotipos: Podemos estar agobiados por nuestras debilidades y nuestra tendencia al pecado. El primer paso para escuchar es liberar nuestra mente y nuestro corazón de los prejuicios y estereotipos que nos llevan por el camino equivocado, hacia la ignorancia y la división.
• Superar la plaga del clericalismo: La Iglesia es el Cuerpo de Cristo enriquecido por diferentes carismas, donde cada miembro tiene un rol único que desempeñar. Todos somos interdependientes los unos de los otros y todos compartimos una misma dignidad dentro del santo Pueblo de Dios. A imagen de Cristo, el verdadero poder es el servicio.
La sinodalidad pide a los pastores que escuchen atentamente al rebaño, al igual que pide a los laicos que expresen libre y honestamente sus opiniones. Cada uno escucha al otro por amor, en un espíritu de comunión y de misión común. Así, la fuerza del Espíritu Santo se manifiesta de múltiples maneras en todo el Pueblo de Dios y a través de este
. • Combatir el virus de la autosuficiencia: Todos estamos en el mismo barco. Juntos formamos el Cuerpo de Cristo. Dejando a un lado el espejismo de la autosuficiencia, podemos aprender unos de otros, caminar juntos y estar al servicio de los demás. Podemos construir puentes más allá de los muros que a veces amenazan con separarnos: edad, género, riqueza, habilidades diferentes, distintos niveles de educación, etc.
• Superar las ideologías: Hay que evitar el riesgo de dar más importancia a las ideas que a la realidad de la vida de fe que viven las personas de forma concreta.
• Hacer nacer la esperanza: Hacer lo que es justo y verdadero no está destinado a llamar la atención o a aparecer en los titulares, sino que tiene como objetivo ser fiel a Dios y servir a su Pueblo. Estamos llamados a ser faros de esperanza, no profetas de desventuras.
• Los sínodos son un momento para soñar y “pasar tiempo con el futuro”: Estamos invitados a crear un proceso local que inspire a la gente, sin excluir a nadie, para crear una visión plena del futuro en la alegría del Evangelio.
Las siguientes actitudes pueden ayudar a los participantes (cfr. ChristusVivit):
Una mirada innovadora: Desarrollar nuevos enfoques, con creatividad y una cierta dosis de audacia.
Ser inclusivos: Una Iglesia participativa y corresponsable, que sabe apreciar la rica variedad y abrazar a todos aquellos que a menudo olvidamos o ignoramos.
Una mente abierta: Evitemos las etiquetas ideológicas y utilicemos todas las metodologías que hayan dado sus frutos.
Escuchar a todos sin olvidar ninguno: Aprendiendo los unos de los otros, podemos reflejar mejor la maravillosa realidad polifacética que está llamada a ser la Iglesia de Cristo.
Entender el “caminar juntos”: Recorrer el camino que Dios llama a la Iglesia para el tercer milenio.
Comprender el concepto de Iglesia corresponsable: Valorizar e involucrar el rol único y la vocación de cada miembro del Cuerpo de Cristo, para la renovación y edificación de toda la Iglesia.
Llegar a las personas a través del diálogo ecuménico e interreligioso: Soñar juntos y caminar juntos con toda la familia humana.
Oración para el proceso Sinodal 2021-2023
Fuentes:
*Universidad Católica de Santa Fe
*Vademecúm para el Sínodo sobre la Sinodalidad
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