Realmente es una pregunta interesante, ¿es imposible?, sobre todo hoy en día, en los tiempos que estamos viviendo, en un mundo donde las distracciones son tantas, donde cada día el concepto de familia es tan abstracto.
La oración en familia, uno de esos momentos preciosos fuera del tiempo y del incesante fluir de nuestras vidas en el que grandes y pequeños se reúnen alrededor de lo Esencial. Nos viene a la mente la imagen idílica de una familia perfectamente reunida ante la Sagrada Familia, los más jóvenes de rodillas delante, los mayores de pie detrás, las manos unidas y las espaldas rectas… Pero en realidad es un gran reto para todos los padres, sobre todo cuando el único momento posible para reunirse es al final del día, justo antes de acostarse… ¿Es esta la única forma de rezar con los hijos?
Cuando el niño es pequeño, la voz de su madre lo consuela al entonar un Ave María. Cuando crece, expresa torpemente su amor incondicional por su peluche y sus padres. Más tarde vienen otras oraciones, más complejas en la forma, pero igual de hermosas e importantes en el fondo. El niño crece en su familia al tiempo que crece en su fe. La familia cristiana es, debe ser, el primer lugar de educación para la oración, tal y como se recuerda en el Catecismo de la Iglesia Católica. Nuestras familias, esas pequeñas iglesias domésticas, tienen –de forma similar a nuestras parroquias– cada una su historia y su sensibilidad particulares. ¿Qué hacemos cuando oramos? Prestamos atención a Dios, una atención particular a Él. Si desconectar de las preocupaciones cotidianas no es necesariamente fácil para nosotros como padres, lo mismo ocurre con nuestros hijos.
Por lo tanto, hay un paso que debemos dar, como padres, para enseñarles a abstraerse de todo lo que no es Dios.
Sobre todo con los niños, se debe ser muy creativos para guiarles en la oración, puede hacerse por medio del canto, alguna dinámica, Proporcionarles un entorno especial (un rincón de oración) también puede ayudarles a entrar en el tiempo de oración.
A veces, el niño, a pesar de las miradas de desaprobación de mamá y las advertencias de papá, no puede quedarse quieto.
Cansancio, excitación, cualquiera que sea el motivo, parece que la mejor solución es pedirle que abandone la habitación, "Si se ponen demasiado molestos, se van”.
Y como el objetivo no es privarlo de esta alegría de la oración, ¿por qué no ir luego a buscarlo junto a su cama, individualmente, para hacer una pequeña oración o cantar un Ave María?. con los niños se debe cuidar que este momento, no sea sentido como obligación, como castigo, como un deber, sino motivarlos a reconocer en la oración ese momento dedicado a Dios.
La oración en familia no debe ser vista como un ritual imposible de instaurar, ya que lo esencial es reunirse todos juntos, como nos recuerda san Mateo: “Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (Mt 18,20)”.
Juan Pablo II nos recordó perfectamente nuestra misión parental: “Elemento fundamental e insustituible de la educación a la oración es el ejemplo concreto, el testimonio vivo de los padres; sólo orando junto con sus hijos, el padre y la madre (…) calan profundamente en el corazón de sus hijos, dejando huellas que los posteriores acontecimientos de la vida no lograrán borrar” (Juan Pablo II, Familiaris consortio § 60).
EL ARTE DE LA ORACIÓN EN FAMILIA
La familia que reza unida permanece unida. Popularizado por el Padre de la Santa Cruz Patrick Peyton en la década de 1950, este famoso lema es aún pertinente y aplicable hoy en día. Sin embargo, para muchas familias la bendición de los alimentos en un día de fiesta y la Misa del domingo pueden ser su única experiencia con la oración en familia. Cambiar las costumbres y los comportamientos familiares puede resultar incómodo, en especial si los padres no tienen un modelo que seguir.
Si no rezamos con nuestra familia, esto se debe a menudo a que no sabemos por dónde comenzar, o que no tenemos las herramientas y el material para dirigir su oración. Los padres pueden rezar de manera muy privada, en especial porque compartimos nuestras debilidades y preocupaciones con Dios. Con frecuencia queremos ser fuertes para nuestra familia y minimizar todas las preocupaciones o problemas que enfrentamos.
Sin embargo, de la misma manera en que nuestra paz crece con la oración regular en privado, esa misma paz y el espíritu positivo pueden unir a una familia que reza unida. Cuando las familias se unen para rezar y compartir tanto sus alegrías como sus problemas, se unifican en las peticiones que plantean a Dios. La oración en familia puede aportar más paz y cercanía que cualquier otra experiencia. Compartir las intenciones de oración personales construye la confianza y permite que los miembros de la familia se mantengan unidos en su fe ante Dios.
Al tiempo que nos esforzamos por ser modelos de fe para nuestra familia, recordemos que debemos acudir antes que nada a Jesucristo como nuestro modelo. En su libro, A Community of Love (2007), David Thomas nos recuerda que Jesús enseñó a sus discípulos una “oración de familia” cuando le preguntaron cómo rezar. Thomas señala “las conocidas primeras palabras, ‘Padre Nuestro’, identifican de inmediato que somos parte de la familia de Dios.” Al igual que cualquier ejercicio espiritual, la oración en familia requiere disciplina. Quizás no resulte fácil apartarse de la televisión o la computadora, pero nuestra familia bien vale el sacrificio de apagar los medios masivos durante un rato cada día.
En su libro, Building Better Families (2008), Matthew Kelly dice que comprende que puede resultar difícil orar como familia, en especial para aquellos que no crecieron con estas prácticas. “Puede resultar difícil lograr que su esposa acepte y participe, sin hablar de los niños, dice. Si tiene hijos muy pequeños goza de una gran ventaja. Comience esta práctica como pareja, e invítelos a unirse a ustedes al crecer. Entre tanto, utilice con regularidad alguna versión de oración en familia.” Si ya rezan juntos en familia, piense en añadir una nueva forma de oración para ayudar a que su familia profundice su fe. Existen muchas formas de rezar juntos en familia (ver recuadro).
Si la oración en familia es algo nuevo para ustedes, que sea algo sencillo y en pequeña escala. Puede comenzar simplemente con una bendición de los alimentos en una comida en familia, o un pequeño intercambio después de esta bendición, pidiendo que cada uno de los miembros relate cómo ha intervenido Dios en su vida.
El rosario en familia es también una forma de que las familias reflexionen sobre su día y ayuden a los niños a ver cómo pueden conformar su vida según Jesús y María. A medida que se rezan los misterios, los niños pueden contar cómo los vivieron durante su día. ¿Dije “Sí” a Dios hoy como lo hizo María en la Anunciación? Al visitar a mi familia y amigos hoy, ¿estuve tan atento con ellos como María con su prima Isabel? De esta forma, el rosario en familia puede contribuir a que nuestra oración cobre vida al ver la forma en que vivimos los misterios del rosario día con día.
Sin importar la forma en que rece hoy o decida rezar en el futuro, cada experiencia de oración en familia une a los miembros y fortalece los vínculos entre ellos y con Dios. Para quienes se inician en la oración en familia, creo que lo encontrarán mucho más fácil de lo que esperaban y mucho más satisfactorio de lo que imaginaban.
Tomado de las siguientes fuentes:
Alzapiedi Robert, 4/1/2013, http://www.kofc.org/es/columbia/detail/2013_04_family_prayer.html
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