La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido solo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae. Para vivirla debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.
A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua. Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra. La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.
Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.
Lunes Santo
Se medita el Evangelio de la unción en Betania (Juan 12, 1-11). Pocos días después de la resurrección de Lázaro, su hermana María, en muestra de gratitud, unge los pies de Cristo con un perfume tan caro que equivalía el salario de un obrero de un año.
Se contempla la inmensidad de la misericordia de Dios, que va más allá de, por ejemplo, uno de los objetos más caros que se pudo encontrar en ese momento. Humanamente no podemos pagar todo lo bueno que el Señor nos ha de dar con su sacrificio.
Martes Santo
Se conmemora el momento en que Cristo reveló que uno de sus apóstoles lo va a traicionar, señalando a Judas. Así también se recuerda que Cristo le anunció a San Pedro que lo negaría tres veces antes que cante el gallo (Juan 13, 21-33.36-38).
Se muestra a un Cristo que tiene paciencia a las debilidades y pecados de sus apóstoles. No castiga a Judas ni recrimina a Pedro. Los ama, a pesar de lo que sucederá, cómo lo hace muchas veces con nosotros.
Miércoles Santo
Tanto el Lunes, como el Martes como el Miércoles se habló de él. El lunes, fue él quien se quejó de que María usase un perfume caro en los pies de Jesús, el martes se lo señaló como el traidor, y en este día se ve cómo buscó la forma para traicionarlo (Mateo 26, 14-25).
Judas se sintió defraudado por Jesús, no era el Mesías que buscaba ¿Cuántas veces hemos sentido lo mismo? ¿Cuántas veces nos hemos sentido incómodos con alguna enseñanza de Cristo porque nos pedía dejar uno que otro vicio? Ante esto tenemos dos opciones, la de Judas que es irnos de Cristo, o la de la misericordia, que es confiar en el perdón de Dios y seguir con Él.
Jueves Santo
Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los
pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el Jueves Santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la Última Cena, Jesús se fue a orar al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.
Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Vía Crucis solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.
Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros.
Las imágenes están cubiertas y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una Vigilia Pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir “la tarde y noche anteriores a una fiesta”.
En esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los católicos.
Domingo de Resurrección
Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.
¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año? El pueblo judío celebraba la fiesta de Pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena. En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud. Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.
Sugerencias para vivir la Semana Santa
Asistir en familia o a los oficios y ceremonias propios de la Semana Santa porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria.
Se puede organizar una pequeña representación acerca de la Semana Santa.
Poner algún propósito concreto a seguir para cada uno de los días de la Semana Santa.
Elaborar unos cartelones en los que se escriba acerca de los días de la Semana Santa y algunas ideas importantes acerca de cada uno de los días.
Fuente:
Catholic.net
Aciprensa
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